QUITO APUESTA POR EL ECOTURISMO Y LIDERA LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA DEL ‘JARDINERO DEL BOSQUE’ DE LOS ANDES ECUATORIANOS
La capital de Ecuador cuenta con más de 60.000 hectáreas protegidas dedicadas a la conservación del oso de anteojos, el último en su linaje en Sudamérica, que desempeña un papel crucial para la salud de sus bosques.

Quito no solo destaca por su
rica historia y su
ubicación andina, sino también por
albergar un tesoro natural
de
incalculable valor: más de
60.000 hectáreas protegidas dedicadas a la
conservación del oso de anteojos (Tremarctos ornatus), conocido como el
“Jardinero del Bosque”. En este
extenso santuario andino, un
solitario gigante de antifaz, el
último representante de la familia
Ursidae en Sudamérica, lucha por su
supervivencia.
Este mamífero, inconfundible por las manchas claras alrededor de sus ojos que le dan nombre, es mucho más que un
animal carismático; es un
pilar para la salud de los ecosistemas andinos. Como
dispersor de semillas, el
oso de anteojos
moldea el paisaje, permitiendo que
nuevas generaciones de plantas prosperen. Su labor silenciosa
contribuye directamente a la
producción de agua y al
mantenimiento de la rica biodiversidad que caracteriza a esta región. Sin embargo, la
expansión de la actividad humana y la
caza furtiva han empujado a esta especie al
borde del abismo, catalogándola
"en peligro".
La
respuesta de Quito ha sido contundente. En 2012, el
Concejo Metropolitano declaró al oso andino fauna emblemática de la ciudad. Un
año después, se
estableció el Corredor Ecológico del Oso Andino, la
vasta área protegida de más de
60.000 hectáreas que
abarca las parroquias rurales circundantes. Este corredor se erige como un refugio vital para la especie, buscando
garantizar su supervivencia en su hábitat natural.
Además, la
estrategia de conservación de Quito va más allá de la
protección territorial. La ciudad
apuesta por el turismo sostenible como una
herramienta poderosa para la
concienciación y la
financiación de la protección del oso de anteojos. El
ecoturismo responsable ofrece a los visitantes la oportunidad de
conectar con la naturaleza de una manera significativa, a través de la
observación de fauna, el
senderismo
y
visitas guiadas en las áreas protegidas.
De hecho, iniciativas de este tipo,
cuidadosamente gestionadas, permiten a los viajeros
experimentar la majestuosidad de los
Andes ecuatorianos siempre bajo
estrictas normas de respeto y
seguridad para la fauna y flora. Estas experiencias
no solo son memorables para los turistas, sino que también
contribuyen directamente a la economía local y a la
financiación de los programas de conservación. Al elegir un turismo sostenible en Quito, los visitantes se convierten en
aliados en la protección de esta especie emblemática y de los
valiosos ecosistemas que habita.
De esta manera, el
oso de anteojos se posiciona
no solo como una especie en peligro; sino como
símbolo de la fragilidad de los
diversos ecosistemas y de la
urgencia de actuar para protegerlos.
Quito, al tomar la
iniciativa en su conservación, envía un
mensaje claro a Europa y al mundo: la
preservación de la biodiversidad es una
responsabilidad compartida, y el
futuro de especies únicas como este
"jardinero del bosque" está
intrínsecamente ligado a un modelo de
desarrollo sostenible que
beneficie tanto a la naturaleza como a las
comunidades locales y a los
visitantes.
Fuente:
COMUNICACIÓN IBEROAMERICANA
https://visitquito.ec/




