LOS 5 LUGARES MÁS INSTAGRAMEABLES DE LAS ISLAS DE TAHITI
Las Islas de Tahiti son un espectáculo natural, donde cada paisaje parece creado para ser inmortalizado.

- Entre sus 118 islas, destacan cinco lugares únicos que combinan belleza escénica, autenticidad y una atmósfera irresistible para cualquier amante de la fotografía.
- Desde bungalós flotantes sobre aguas turquesa hasta acantilados volcánicos y santuarios de aves, estos rincones concentran la esencia visual y emocional de la Polinesia Francesa.
Desde la
icónica laguna
de Bora Bora hasta las
cuevas volcánicas de
Rurutu,
Las Islas de Tahiti
ofrecen algunos de los
paisajes más fotogénicos del planeta. Este
archipiélago del Pacífico Sur
esconde
rincones donde la naturaleza desborda belleza y
autenticidad:
miradores con vistas de ensueño,
atolones llenos de aves,
jardines de coral y
playas vírgenes. Para aquellos viajeros en busca de
escenarios inolvidables,
Las Islas de Tahiti son el
escenario perfecto.
Bora Bora: el azul hipnótico del Pacífico

Conocida como la
“perla del Pacífico”,
Bora Bora es un
icono del lujo exótico y el
escenario más fotogénico de toda la
Polinesia Francesa. Sus
bungalós flotantes, dispuestos sobre una
laguna de agua cristalina, parecen
suspendidos entre el cielo y el mar. Al fondo, el
majestuoso monte Otemanu se alza como una
escultura natural, brindando una estampa difícil de igualar.
Aquí, cada momento es
digno de portada de revista: desde una
siesta en una hamaca sobre el agua hasta una
cena privada sobre una plataforma flotante. Las
fotos en kayak con vistas al volcán, las
capturas submarinas con mantarrayas o las instantáneas desde un dron revelan una
paleta de azules que no necesita filtro.
Foto imperdible: sobre una
tabla de paddle surf, en medio de la laguna, con el
Monte Otemanu como
telón de fondo.
Moorea: la isla corazón que enamora desde el aire

Separada de
Tahití por apenas
30 minutos de ferry,
Moorea es la combinación perfecta entre
accesibilidad y
espectáculo natural. Su silueta, con
picos afilados que
emergen de un verde profundo, recuerda a un
corazón visto desde el cielo. Las
bahías de Cook y Opunohu
recortan la costa en
curvas suaves que
abrazan lagunas color turquesa.
Pero
Moorea no solo es una joya desde el aire. Las
plantaciones de piña, los
motu de arena blanca y los
miradores naturales
convierten cada
rincón en una postal. Desde el
mirador de Belvédère se obtiene una de las
panorámicas más icónicas de la
Polinesia, especialmente al
amanecer o al atardecer, cuando la luz dibuja siluetas doradas entre
montañas y mar.
Foto imperdible:
panorámica desde el mirador de Belvédère, con las
dos bahías abrazando la selva.
Tetiaroa: la isla privada donde la naturaleza es protagonista

Antiguo santuario de la realeza tahitiana y
hogar adoptivo de
Marlon Brando,
Tetiaroa es mucho
más que una isla exclusiva: es un
modelo de conservación natural y
armonía con el entorno. Este
atolón compuesto por
doce pequeños motu parece
salido de un sueño, con playas de arena blanca,
cocoteros que se
balancean al ritmo del viento y una laguna que refleja el cielo como un
espejo.
La
Isla de los Pájaros, uno de los motu más protegidos, es un
paraíso para los amantes de la fotografía natural.
Miles de aves marinas anidan entre los árboles, sobrevolando el mar en un
espectáculo hipnótico de movimiento y sonido. Aquí, el
único ruido
es el del
mar y el aleteo constante de la
vida silvestre.
Foto imperdible:
disfrutando de una comida en su laguna.
Huahine: autenticidad en estado puro

Menos turística y más salvaje,
Huahine conserva intacto el
espíritu polinesio. Conocida como la
“isla jardín” por su vegetación exuberante, esta
isla doble, formada por
Huahine Nui (grande en tahitiano) y
Huahine Iti (pequeño en tahitiano), está atravesada por
caminos que serpentean entre selvas,
lagunas,
playas desiertas y
pequeños pueblos donde la
vida sigue un ritmo ancestral.
Los
templos sagrados (marae), las
anguilas de ojos azules en el pueblo de
Faie o las
vistas desde los acantilados son solo algunas de sus
más emblemáticas postales. Los
mercados matutinos de Fare, el puerto principal, ofrecen
color,
autenticidad y
calidez humana que
ningún filtro puede replicar.
Foto imperdible:
junto al río donde
habitan las anguilas sagradas o entre los
restos arqueológicos
del
marae de Maeva, rodeado de
lirios de agua.
Rurutu: la isla del misterio y las ballenas

Situada en el
archipiélago de las Islas Australes,
Rurutu es un tesoro oculto, lejos de los circuitos habituales. Su
costa dramática,
salpicada de acantilados, cuevas volcánicas y
playas salvajes, es un
sueño para los amantes de la fotografía de
paisajes. Pero lo
más impactante llega cada año entre
julio y noviembre, cuando las ballenas jorobadas visitan sus aguas para
dar a luz. Aquí es
posible nadar con ellas, en uno de los
encuentros más conmovedores que la
naturaleza puede ofrecer.
Las
cuevas marinas, como
Ana Taupe’e, con sus
columnas de piedra
y
salidas al mar, ofrecen
encuadres únicos que parecen
sacados de una película de fantasía.
Foto imperdible: desde el
interior de la cueva de Ana Taupe’e, con el
mar enmarcado por estalactitas volcánicas, o
bajo el agua, en una
danza lenta junto a una ballena jorobada.
En
Las Islas de Tahiti, la
belleza no es solo visual: es una
experiencia sensorial. Cada
imagen es una historia, cada
lugar
un
recuerdo imborrable. Para el viajero que
busca inspiración,
autenticidad y
conexión, este es el
paraíso más fotogénico del mundo.
Sobre LAS ISLAS DE TAHITI
Rodeadas de aguas cristalinas, Las Islas de Tahiti ofrecen una belleza natural, una cultura isleña perfectamente preservada y un estilo único. Estas islas son mundialmente conocidas por sus playas de arena blanca, sus lagunas turquesas y sus variados paisajes, que van desde atolones de coral hasta picos volcánicos. Además, cuenta con diferentes tipos de alojamiento: hoteles de lujo con bungalós sobre el agua, villas, pequeños hoteles familiares, alquileres vacacionales, o incluso yates, catamaranes, y cruceros. Las Islas de Tahiti están unidas por el Mana, una energía vital, una fuerza espiritual que rodea la vida cotidiana de los polinesios.
El Mana puede verse, tocarse, saborearse y sentirse, solo yendo a Las Islas de Tahiti entendemos por qué se llaman: Las Islas del Mana.
Fuente:
COMUNICACIÓN IBEROAMERICANA
https://www.tahititourisme.es/




